Ayer fue un día intenso en actividad comunicativa. Empecé la
mañana con la Tertulia Capital de Intereconomía Business, con mis compañeros:
Pedro Schwartz e Ignacio Ruiz Jarabo, liderados por el Director de la tertulia,
el maestro Luis Vicente Muñoz, que con su habitual habilidad y profesionalidad
nos llevo por los tortuosos caminos de la crisis ¡cómo no¡ encabezada por Bankia.
Se diga lo que se diga y como en estos lugares como TV,
Radio, Prensa no se puede ser el que eres, me apetece un montón, aprovechar mi
blog para poder expresarme con más claridad sobre lo que pienso. En una de mis
intervenciones manifesté la necesidad de
constatar, eficientemente, la viabilidad de Bankia. ¿Es conveniente inyectar 30
mil millones de € a esa entidad? o es más aconsejable no hacerlo. En mi
opinión, es como mínimo muy imprudente comprometerse a inyectar semejante
cantidad de dinero sin haber realizado este imprescindible ejercicio de
responsabilidad política. Por eso manifesté mi descuerdo con el gobierno de
Mariano Rajoy enseñándole una tarjeta amarilla.
Mucho más importante,
es y eso no lo dije, la responsabilidad ética y moral que se les debería exigir
a los nuevos responsables ejecutivos de
esta arriesgada aventura. En estos casos
la experiencia nos recuerda que
lo más probable es que de aquí un tiempo el agujero será mucho mayor y los
principales responsables saldrán con mucho más dinero que el que tenían el día
que entraron.
Esto sucede porque el rango de relativismo de muchas
personas es elevadísimo y ¿quién les va a negar? a los esforzados responsables
de la nueva gestión de Bankia, después de un periodo más o menos corto, que han
hecho lo que han podido y por ello se tiene que llevar una modesta compensación económica.
En el “hacer lo que
han podido” está lo que no está escrito en ningún tratado de buena gestión. Me
refiero a los valores éticos que empiezan
a ser necesarios e
imprescindibles exigir a todos los
responsables. Lo malo es que la mayoría desconocen sus propios valores y los
pocos que puedan tener los tienen confundidos y desordenados.
Expertos y con talento sí, pero con una formación solida en los valores
personales que les comprometan con la sociedad. Ya no es admisible que los
máximos responsables políticos, económicos
y financieros, actúen con decisiones que dejan comprometida a toda la
sociedad y, en este caso, por varias generaciones. Nuestro país ni merece ni
soporta esta injusticia.
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