Uno de los grandes problemas que nos embarga, es el del
empleo. El número de parados es excesivo, difícilmente podremos sanear nuestra
economía si antes no resolvemos la situación.
Yo soy de los que creen que en España hay una convicción y
es la de que todo el mundo piensa que el gobierno es el que debe solucionar
todo. No es así, el gobierno ni sabe, ni puede, ni debe resolver algunos problemas. Así es que toca quitarse
la venda de los ojos y empezar a actuar, nos guste o no. Es la hora de que los
españoles hagamos algo por España, en lugar de pasarnos el día inmolándonos en
una pira que nosotros mismo hemos construido. Sencillamente inconcebible.
Lo que si podríamos exigir al gobierno de turno es que
facilite a los ciudadanos, las ganas de emprender, sentido de riesgo,
creatividad, imaginación y laboriosidad. Todo lo contrario de lo que se está
haciendo. Hay un excesivo y equivocado proteccionismo a personas que no lo
merecen porque todas sus generaciones han vivido de las subvenciones. Primera
conclusión, eliminarlas. El problema del empleo queda, querámoslo o no, en
nuestras manos.
Tenemos que convencernos de que hay que cambiar nuestra
manera de pensar, nadie va a crear empleo y sí, suscitar capacidades con el fin
de que las personas sean competentes para dar más de lo que reciben, producir
más de lo que gastan y velar para que estas capacidades se puedan ejercer libremente. Segunda
conclusión.
Desgraciadamente la globalización se ha asociado a la
llamada “cultura empresarial machista” en
donde unos mandan y otros obedecen, sin siquiera tener derecho a
preguntar la razón por la que deben hacerlo. Esto afecta gravemente a las
capacidades y el talento de muchas personas que son sometidas y anuladas por
las directrices que emanan de los cuarteles generales cosificando personas de
autentica valía, reduciendo productividad y aumentando costos.
Hay un axioma ético que debemos al beato Juan Pablo II y que hoy es generalmente
admitido: la primacía del hombre sobre la cosa, la primacía de la persona sobre
el capital.
Es una necesidad en estos momentos tan difíciles ayudar a
descubrir cualidades inéditas en las personas que conocemos. Es sin duda el
mejor regalo que podemos hacerles. Los gobiernos deberían aplicarse a utilizar
fondos a estas prácticas y no otras. Tercera conclusión.
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