El ex político Josep Pique nos recordó – en un desayuno CEDE-que
la geografía, no solo existe sino que tiene un enorme protagonismo en estos
momentos en los que casi todo está cambiando. La capacidad de influir de
Occidente se está debilitando aceleradamente hacia otro eje localizado en el
estrecho de Malaca. Este estrecho divide Sumatra de Indonesia. Estos cambios
geoestratégicos se están produciendo en detrimento de la gran hegemonía occidental.
Indonesia, por ejemplo, cuenta con más de 17.000 islas cuya
superficie agregada es seis veces la de España. Su población es de 240 millones
de habitantes. Cuarto país más poblado del mundo. Indonesia es la economía más
grande del sudeste asiático y también un miembro del G-20. Sin duda, estamos
ante una nueva era, Occidente debe asumir que ya no ocupa un lugar
privilegiado, en términos financieros, económicos y políticos, “hay que asumirlo y contemplar el mundo desde esa nueva realidad”.
Es indudable que esta traslación hegemónica ha contribuido al arraigo de esta crisis mundial que padecemos
en estos momentos, mucho más localizada en la vieja Europa.
El segundo tema con el que nos ilustro Josep Pique fue, el de
la situación económica de España. Indicó que el primer problema del país es la
deuda acumulada durante años. Indistintamente localizada en el estado y en los
particulares. No obstante, el proceso de
desendeudamiento, aconsejado, será lento, se prevé que para recuperar una
cierta normalidad habrá que esperar hasta el 2016 o el 2017. Ante un calendario
de pagos tan exigente como el que tenemos ahora mismo en España- 100.000
millones de euros en 2012- y para el año 2013 se calcula que se necesitaran
alrededor de 300.000. No hay más remedio que la apelación de ayuda política.
No necesariamente a la griega o a la portuguesa. Eso si negociando cabalmente
de acuerdo con nuestras necesidades soberanas. Dilatar esta posición es
retardar nuestra recuperación.
Hubo un turnos de preguntas escritas -muy bien gestionadas por
el moderador- (*) que solicitaban algunas reivindicaciones sobre las causas y
los responsables de nuestra particular situación económica. Hubo una tenue
insinuación a la responsabilidad ética que el ponente obvio responder con
habilidad política. Personalmente lamento que, una vez más, en estos lugares en
el que los ponentes concurren voluntariamente, no se de la circunstancia ni la
voluntad de aportar otro tipo de soluciones menos convencionales y más
resolutivas, tal vez más innovadoras.
(*) Pedro Navarro (Vicepresidente de ESADE)
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