Las empresas y las personas están invirtiendo cantidades respetables en
mostrarse, cada uno a su manera, responsables ante la sociedad y más concretamente
ante sus clientes. También se ocupan de mostrar respeto y colaboración en
contra del deterioro medio ambiental que,
como bien sabemos, es una considerable amenaza que nadie asume con el rigor requerido.
No es mi intención desarrollar este tema ahora, no porque no
lo merezca sino porque lo he utilizado como entrada sobre lo que quiero
comentar y compartir con vosotros. Me estoy refiriendo a nuestra clase política
tan denostada últimamente. Empezare diciendo que todos los políticos del
planeta tierra pueden llegar a ser los responsables de cargarse algo tan
preciado y necesario como es la democracia. De la misma manera que el
capitalismo moderado está amenazado por los propios mercados y por quienes
influyen en ellos, no cesando en sus ataques constantes y desposeídos de
cualquier indicio ético y moral. Democracia y Capitalismo que tanto esfuerzo
han requerido, lejos de afianzarse se están deteriorando a niveles de amenazar su continuidad.
Es razonable que en
esta reflexión me centre en lo que tenemos en España sin ningún ánimo
destructor, aunque para construir, muchas veces tengamos que llevarnos por
delante alguna cosita. Nuestra clase política está llegando al límite de lo
soportable. No es bien apreciado por la sociedad española el “status quo” que han creado, sobre todo los
dos partidos más votados. No es
acertado, que tengamos una clase política blindada ante cualquier abuso de
poder, tal y como se está demostrando. No es correcto ni ético, que los
partidos políticos ofrezcan listas cerradas en las votaciones en lugar de un
lógico sistema electoral mayoritario. Resulta amoral que todas las
responsabilidades las resuelvan en la cúpula de su propio partido y no ante la
sociedad española. No es ejemplar que
decisiones de estado sean pospuestas ante los interese de partido. Es
bochornoso y difícil de explicar la maraña de entes públicos empresariales,
nacionales y regionales que existen en
todo el territorio nacional, haciendo feroz competencia a las empresas privadas
y casi todas acumulando pérdidas. Curiosamente ningún partido ha denunciado
tamaño fraude a la sociedad española, tampoco la CEOE lo ha hecho. La grave
politización de casi todas nuestras instituciones genera un colapso en el
sistema que si bien todos conocemos nadie levanta la mano. La lista es más
extensa y tampoco es del caso abrumaros.
La comunidad empresarial está tomando conciencia de la
necesidad de definir unos Valores Corporativos que, entre otras cosas, protejan
los intereses de sus clientes. Hay una gran sensibilización a que los ejecutivos sientan la vocación de un
determinado acerbo de valores personales para un desempeño más solidario. Sería
también deseable que los políticos
iniciasen acciones claras en un sentido
ético y moral. Empezar a limpiar su deteriorada imagen y al mismo tiempo, no
erosionar más el estado de derecho sería un loable ejercicio por todos
aplaudido.
Es momento de trabajar para preservar nuestro sistema
democrático. Debemos conseguir una ejemplaridad
que vaya calando en el conjunto de la sociedad. Los principios éticos son los que permiten a las personas
comportarse como tales. Puesto que las leyes, los códigos, los reglamentos se
han mostrado insuficientes, debemos apelar a una conducta más humana que nos haga responsables a nosotros mismo de
nuestras accione.
¡Caramba¡ esta gente ¿qué es lo que aprendió de sus padres, de sus abuelos, de sus tíos, de sus primos, del colegio…? Deberá quedar muy claro
que nuestras futuras generaciones se están quedando sin referentes ejemplares.
Se está generando una jungla que terminara con cualquier sistema democrático,
algo que lamentaremos todos, más tarde, más temprano.
Aconsejo leer a
Krugman sobre lo que está ocurriendo en la campaña electoral en EEUU:
“THE
CONSCIENCIE OF A LIBERAL”
Ver testimonio de Vicente Martínez Pujalte (Diputado del PP)
en un programa de televisión en que denuncia
lo mal que se están haciendo las cosas y la necesidad de encontrar
alguna solución.
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