Muchas personas consideran que cubrir un puesto de trabajo
con cierta responsabilidad, se consigue con la persona que posee una gran
preparación técnica. "Educar a una persona desde un punto de vista
intelectual, pero no moral, es crear una amenaza para la sociedad". Theodore Roosevelt.
Hay grandes profesionales de la gestión del talento,
completamente volcados en las más sofisticadas prácticas de rendimiento y logro
de objetivos de dudosa moralidad. Pero, no hay ninguno que se haya
especializado en una formación complementaria basada en valores personales. Esto
significa que tenemos mucho talento y poca moralidad, así está el mundo y así
nos va.
Los hay que utilizan el talento para lograr objetivos faltos
de cualquier principio ético y están orgullosos de haber conseguido semejantes
logros. Si encima, aceleran su carrera profesional con espectaculares
resultados y con una más que dudosa ejemplaridad, estamos creando una sociedad
perversa, muy parecida a la que hoy nos invade.
¿Qué está ocurriendo con las grandes empresas? El
departamento de formación es el responsable
de proponer a la dirección, los diferentes programas que pueden encajar
en la organización. Sería más deseable, que los responsables, presentasen un conjunto de
disciplinas para conseguir un buen clima social en la empresa. Cuesta bastante trabajo
encontrar nuevos programas que se ocupen de evaluar el modelo de sociedad que
hay en estos momentos, por cierto, insostenible. Lo más fácil es culpar al
gobierno, y líderes sindicales,
ignorando que es, obligación de cada
cual, poner orden en su propia casa.
Reconozcamos que ya hay algunos profesionales que,
conocedores de la necesidad urgente de propiciar un cambio en las grandes
organizaciones, están trabajando, con magníficos resultados, en la difusión de
los valores personales, para una concienciación ética y moral, en el talento
clave, de las empresas.
Algunos se han percatado de la necesidad de poner
instrumentos adecuados para elevar la responsabilidad de los profesionales.
Algunas decisiones, que pudieran tomar, resultan perjudiciales a la sociedad, e indirectamente a su propia
organización. En algún país, el fortalecimiento de valores en el estudiante
resulta ser una tarea que no se encuentra en la periferia de la labor
educativa, sino en su línea principal.
Es urgente y necesario ayudar a las empresas a que definan
su “modelo social” aquel por el que se verán mejor o peor valoradas, por: sus
accionistas, clientes, proveedores, mercados, entidades financieras y lo más
importante, por sus propios trabajadores. ¿Cómo queremos ser vistos, evaluados,
desde fuera? Esta es la gran pregunta que debe encontrar una adecuada
respuesta.
Obsoletos y, pocos frutos, han dejado los códigos de
conducta (Olivenza, Aldama) los compromisos de responsabilidad social, en
ocasiones pesimamente interpretados, como la excelencia personal y empresarial,
los documentos, cuestionarios y comisiones de ética. Eso significa que debemos
pasar a la acción, ya.
Se observa, en ocasiones, la voluntad de hacer algo
diferente pero desgraciadamente siempre se cae en el mismo tópico. Se utiliza a
los directivos para someterlos a programas de inmersión cuyos speakers, utilizan
su elevado cache para hablar de lo que dominan con gran destreza, pero sin
contenido para dar respuesta a la gravedad de la situación, planteada en estos
momentos.
El gran factor de crisis, por ejemplo, es, en verdad, la ineficiencia del sistema
económico, lo cual no ha de considerarse como un problema puramente
técnico, sino más bien como consecuencia de la violación de los derechos
humanos a la iniciativa, a la propiedad y a la libertad en el sector de la
economía.
A nadie escapa que se están haciendo cosas que dentro de muy
poco tiempo se consideran contradictorias con la realidad. Que nadie se me
enfade, por favor:
·
NO, a grandes regatas con barquitos que cuestan
una millonada
·
NO a grandes patrocinios en la llamada Liga
Nacional de Futbol
·
NO al patrocinio de coches de color rojo en
carreras de F-1
·
NO a las campañas de publicidad costosas y con
mensajes vacios.
·
NO a fichajes futbolísticos cuyos precios quitan
el sentido.
·
NO a las malas prácticas bancarias.
·
NO a los que matan el dinero en los, llamados,
paraísos fiscales.
·
NO a las personas corruptas que se aprovechan
del dinero ajeno.
Todo esto y mucho más, no tiene ningún sentido ante la desigualdad que hay en España, entre los que tiene mucho y los que no
tienen nada. Cualquier acción que no pase por la protección del bien común de la sociedad, no debe
encontrar acomodo en una sociedad que quiere y necesita ser integra, ejemplar y
sostenible.
La ética demanda que el sistema se adapte a las necesidades del
hombre y no que el hombre sea sacrificado en aras del sistema. Sería precioso
que España tomase el protagonismo de crear una sociedad más justa. Eso no
cuesta mucho dinero y podríamos lograrlo, con algunas dificultades, claro está.
Invirtamos los recursos necesarios para una sociedad más
humana dispuesta a renovarse para mantener su cultura y sus valores, esa sí es
una buena inversión.
No basta con
querer hacer el bien, sino que hay que saberlo hacer.
Comentarios
Publicar un comentario