Un 30% de los ciudadanos dejará de consumir marcas que no
considere responsables. Este es un titular de hoy en prensa que invita a la esperanza. Yo me he alegrado
al leerlo porque demuestra que nuestra sociedad no esta tan dormida como
pudiera parecer. No son momentos para dormirse y menos para dejar hacer a
cualquiera, las tropelías que se le antojen. Es momento de poner freno a este
libertinaje social y pensar que si no son unos cuantos, esto no lo arregla
nadie.
Cada vez encuentro mayor sensibilidad hacia las injusticias,
pero no es equiparable la indignación con la acción necesaria para poner freno
a la difícil situación que se nos ha venido encima. Es necesario tomar parte en
la forma que sea. La iniciativa de que algunos piensen en penalizar a las
marcas irresponsables me parece muy bien. Creo más en este tipo de acciones que
en las represivas, estas solo sirven para bordearlas en la ilegalidad y hoy,
hay demasiada gente que domina perfectamente estas malas prácticas.
Conviene reflexionar en que la bondad de una
marca depende de las empresas y estas de las personas y estas no tienen,
muchas veces, la autonomía suficiente para comportarse correctamente desde el
punto de vista profesional. Conclusión, se necesita algo más para que no llegue
el momento en el que no se pueda comprar nada, porque todo es malo.
Tal vez ha llegado el imperioso momento de ocuparse de las
personas. ¡Cuánta insatisfacción encontramos en los trabajadores con relación a
su puesto de trabajo¡ Recientemente leí una encuesta que daba el 80% de
insatisfacción en el puesto de trabajo en España. Desgraciadamente coincide con
otra que leí hace dos años en los EEUU que da el mismo porcentaje. Todos
sabemos lo difícil que resulta formular una pregunta para una encuesta masiva y
un resultado coherente. En cualquier caso me parece excesivo que el 80% de los
trabajadores no estén satisfechos con su
trabajo máxime con el índice de paro tan elevado que tenemos, sobre todo
en España.
Para acercarme a la realidad utilizo en mis charlas, sobre
valores, una reflexión del gran filósofo e insigne escritor José Ortega y
Gasset, que dice: “Aunque la mayoría de
las personas no van hacia ninguna parte, es un milagro encontrarse con una que
reconozca estar perdida” Desarrollar el sentido antropológico de esta
reflexión nos llevaría, posiblemente, a escribir un libro. No obstante, sí nos
da una idea del caudal que lleva el rio. Muchas personas desconocen su papel en
esta vida y probablemente no estarían contentas en ninguna parte. Es fundamental
rescatar los valores personales para que constituyan una solida plataforma que
nos permita comprender muchas de las cosas que nos pasan y que nos impulsen a
conseguir objetivos que jamás hubiéramos podido soñar alcanzar. No lograremos
ningún sueño si antes no lo hemos sincronizado con nuestros múltiples valores.
De la misma manera que un atleta no salta más de 5 metros de altura, con su
pértiga, si nos se ha preparado con un menú de valores como: esfuerzo,
confianza, compromiso, constancia, eficiencia y disciplina, nadie pude lograr
un sueño similar con tan solo la voluntad de hacerlo, pensarlo o decirlo.
Preparemos pues a nuestras personas para que vayan a
trabajar con una actitud positiva y las empresa mejoraran sustancialmente y los
ciudadanos no tendrán que penalizar a las marcas que incumplen las buenas
prácticas, es decir , las correctas.
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