LA PRUDENCIA (II)


Si gozásemos del arte de amar lo suficiente nos podríamos convertir en la  persona más influyente del mundo. Por el contrario nuestras fobias nos inhabilitan con excesiva frecuencia y nos relegan a la mediocridad, lugar en el  que no nos apetece estar. Juan Pablo II, dijo: Tengo como principio acoger a cada uno como una persona que el Señor me envía y, al mismo tiempo, me confía.


La persona prudente evita abrir frentes que no le aporten valor. Hay muchas personas que por alguna extraña razón se apuntan a cualquier propuesta y luego no saben o no pueden cumplirla. El tiempo perdido y la frustración adquirida pueden producirle inconvenientes importantes, convirtiéndole en alguien imprudente. 

Una de las dificultades más grandes en las personas con responsabilidad es la de saber rodearse de gente correcta, es decir, crear equipo con principios. Hay muchas razones para fracasar; desgraciadamente una de las más comunes es la de protegerse de alguien que pueda hacer sombra por su excelente preparación y otras, la de equivocarse creyendo que habría un buen acoplamiento y al final resulta ser lo contrario  El valor de la prudencia, ayuda a evaluar todos los escenarios y, resulta fundamental para acertar en una de las más difíciles acciones, saberse rodear de personas cabales.

Cuando necesitamos tomar una decisión no suele ser prudente hacerlo online. Luce mucho pero no suele ser la mejor opción. Vivimos una era en la que todo lo resolvemos con un clic. Es la lucha del hombre contra la maquina y todavía no se han establecido unos códigos de convivencia. El ejecutivo prudente sabe tomar distancia y decidir con sabiduría y talento la mejor opción. Saber gestionar los tiempos es siempre la mejor opción; este don, no lo suele tener todo el mundo  y es muy difícil adquirirlo si no se concentra en gestionar una plataforma de valores con habilidad.

Suele ocurrir que ponemos mucho empeño en el inicio de una iniciativa  y esa fuerza no la podemos mantener hasta el final de nuestro compromiso. Dosificar los esfuerzos para concluir con más éxito, si cabe,  es propio de personas prudentes y responsables. Solo así seremos dignos de confianza y reconocidos como tales por nuestro entorno. 

La confianza cuesta mucho adquirirla y muy poco perderla. Seamos prudentes en este importante acerbo que nos distingue de los clones. Cuantos éxitos han conseguido las personas prudentes y cuantos fracasos han cosechado los imprudentes.

El buen carácter y la buena disposición  son estímulos que te  acercaran al triunfo. El buen humor en el trabajo se ha demostrado que es muy eficaz y produce un efecto contagio, muy positivo. Esta actitud la suelen ejercer las personas inmersas en el triangulo virtuoso, talento, humildad y esfuerzo. Es curios como algo tan sencillo de definir es tan difícil de lograr.

Observo con frecuencia directivos altamente cualificados que pierden su esplendor con el paso del tiempo. La prudencia también alcanza a este perfil de profesionales. Son personas que no tienen tiempo para nada, su agenda es un tormento y suelen trabajar una media de 14 horas diarias. Si tuviera que cuantificar el número de personas existentes, me atrevería a decir que más de un 50% están contaminadas con este diagnostico. Son personas que no reflexionan lo que debieran en el entorno adecuado, sobre todo fuera del lugar de trabajo. No sorprende que su brillantez sea absorbida por este modelo que desaconsejo absolutamente. Hay maneras de ser mucho más brillante y mantener ese lustro. Una de ellas es, la de trabajar la mitad del tiempo. El resto es muy aconsejable trabajarlo con la cabeza y fuera del entorno habitual.

Todos los días se nos presentan ocasiones para la confrontación. La deficiente preparación de las personas con las que tenemos que contactar nos  produce irritación que debemos controlar antes que nuestro interior se llene de odio y caigamos en una situación que más tarde lamentaremos, por muchas razones. Nuevamente el triangulo virtuoso y nuestra solida preparación en valores, impedirán que la situación se descontrole. Solo así evitaremos, algo muy corriente en estos casos, faltar a la dignidad de la persona. Algo que en todo momento debemos respetar sea quien sea y haya hecho lo que haya hecho. Si alguna vez has superado esta experiencia estarás de acuerdo que es más gratificante haber eludido la confrontación que haber caído en ella.


Cuando aparece súbitamente, un problema, reaccionamos según lo que aparenta no como es en realidad. Nuestro cerebro tiende a magnificar la apariencia en una realidad, negativa,  enorme. La realidad es mucho más sencilla de lo que imaginábamos en un principio. Mostrémonos sencillos y prudentes  ya que son estas las ocasiones donde se mide la capacidad de las personas. Alguien que muestra una solidez para no turbarse en ocasiones criticas, gana una estima considerable ante los que le rodean. Su credibilidad llegara a máximos con este don.

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