Después de
los sorprendentes resultados acaecidos en Francia, al final, solo votaran los
políticos y sus esbirros. La gente que trabaja denodadamente para generar
riqueza con su enorme esfuerzo está harta de que le roben, de una o de otra de
las mil formas que tienen esos indeseables seres, cargados de, avaricia
prepotencia, chulería, vacíos de espiritualidad y moralmente anulados en sí
mismos.
Solo aman el poder que les otorgan las malditas democracias lo que les convierte en seres despreciables, por los que NO merecen que acudamos a una urna y, depositemos una papeleta que solo les sirve para ofrecerles el placer de robarnos todo lo que se encuentra a su alcance.
La solución sería viable con un riguroso sistema educativo en el que el ALMA, la CONCIENCIA Y los VALORES PERSONALES, fueran la fortaleza de un buen político responsable y, sobre todo coherente con lo que piensa y con lo que dice.
Estamos también muy hartos del falso rigor que le otorgan a la verdad. No se cansan de mentir, lo hacen como los niños, frente al mazo de caramelos. La mentira descalifica a quien la práctica y confunde al que la recibe. Desgraciadamente, esta sociedad, no reacciona ante una práctica tan dañina que confunde al ser humano hasta límites nada deseables. La falta de una educación emanante de una buena familia se va destruyendo no solo sin procurar detener la peligrosa deriva que están pilotando gentes carentes de los más básicos principios sociales y espirituales.
Todos los países en democracia, ya no pueden permitirse el lujazo de continuar financiando a esas mafias que, incluso son estúpidamente admiradas, gracias a la memez de la ciudadanía, totalmente manipulada por auténticos especialistas de estas prácticas enfundadas en una sociedad terminal. Algo tiene que suceder para que esta sangría social se detenga, aunque deba ser bruscamente.
La presión fiscal es, en este momento, brutal. El engaño político al que estamos sometidos los ciudadanos, es altamente insoportable. Cuando un pueblo tiene este estigma, nada bueno va a suceder.
Solo aman el poder que les otorgan las malditas democracias lo que les convierte en seres despreciables, por los que NO merecen que acudamos a una urna y, depositemos una papeleta que solo les sirve para ofrecerles el placer de robarnos todo lo que se encuentra a su alcance.
La solución sería viable con un riguroso sistema educativo en el que el ALMA, la CONCIENCIA Y los VALORES PERSONALES, fueran la fortaleza de un buen político responsable y, sobre todo coherente con lo que piensa y con lo que dice.
Estamos también muy hartos del falso rigor que le otorgan a la verdad. No se cansan de mentir, lo hacen como los niños, frente al mazo de caramelos. La mentira descalifica a quien la práctica y confunde al que la recibe. Desgraciadamente, esta sociedad, no reacciona ante una práctica tan dañina que confunde al ser humano hasta límites nada deseables. La falta de una educación emanante de una buena familia se va destruyendo no solo sin procurar detener la peligrosa deriva que están pilotando gentes carentes de los más básicos principios sociales y espirituales.
Todos los países en democracia, ya no pueden permitirse el lujazo de continuar financiando a esas mafias que, incluso son estúpidamente admiradas, gracias a la memez de la ciudadanía, totalmente manipulada por auténticos especialistas de estas prácticas enfundadas en una sociedad terminal. Algo tiene que suceder para que esta sangría social se detenga, aunque deba ser bruscamente.
La presión fiscal es, en este momento, brutal. El engaño político al que estamos sometidos los ciudadanos, es altamente insoportable. Cuando un pueblo tiene este estigma, nada bueno va a suceder.
¿Están
los mayores salvando al presidente francés Emmanuel Macron?
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